Islandia es la última frontera de Europa donde admirar naturaleza salvaje. Mi plan era 22 días de travesía sur-norte cargando una mochila de 32 kg.

Tras adentrarme en Islandia alejándome del sur, el primer río me esperaba con aguas rápidas sin ninguna zona segura para cruzar. Me aventuré a cruzarlo pero bastaron los primeros metros para empezar a temer por mi vida.

Perdiendo sensibilidad en los pies debido al agua helada, el río se tornaba cada vez más profundo con una fuerte corriente. Finalmente el agua me venció siendo arrastrado río abajo. Tras alcanzar la orilla la única opción era retroceder hasta la costa y plantear otra ruta. Finalmente me desplacé a las tierras altas para explorar la zona y comenzar desde allí la ruta hasta el sur.

El broche de oro a mi aventura en Islandia fue Silfra, una fisura entre las placas tectónicas de Norteamérica y Eurasia, inundadas por aguas heladas de los ríos cercanos. Un maravilloso regalo para los sentidos, volando entre dos continentes con una visibilidad de más de 100 metros.